En consecuencia, tal como dicen los periodistas colombianos María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo, “se apreciará como un valor que alguien convierta en profesión la práctica de buscar sólo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”.
Entonces, cabe preguntarse ¿cuáles son las implicancias por defender la verdad?
Sin duda alguna, quien defiende la verdad deberá asumir un compromiso con las acciones futuras, y no sólo con las del pasado o el presente. “La obligación de ser veraz para el periodista no se agotó en sus acciones pasadas o presentes; mientras sea periodista, esa condición le creará la necesidad de ser veraz. Es su deber ser”, remarcan Herrán y Restrepo, a lo que se debe añadir que la necesidad de ser veraz es una decisión libre del sujeto.
En conclusión, la única arma que posee el periodista para enfrentar las presiones de la propaganda y la publicidad es la verdad, para lo cual debe actuar, desde el punto de vista ético y moral, correctamente.
Son inagotables los ejemplos que se pueden citar con el fin de graficar el tema. Uno de ellos podría ser la denuncia que propaló el programa de televisión “La ventana indiscreta” en contra de quien era la ministra del Interior, Pilar Mazzetti, por la inadecuada compra de más de 400 vehículos para la policía.
Los defensores de Mazzetti alegaron que la denuncia y la opinión de la directora del programa –Cecilia Valenzuela- respondían a intereses comerciales y políticos del propietario de Frecuencia Latina, canal de televisión que difunde el programa.
Es difícil probar este argumento, pero deja abierta la posibilidad de que no se haya actuado con irrestricto respeto a la verdad, y se haya mentido o distorsionado los hechos.
Recordemos que en anteriores ocasiones la periodista aludida opinó en contra del gobierno de Alejandro Toledo, al tiempo que el propietario del canal de televisión reclamaba ante tribunales internacionales que el Estado Peruano le pague una indemnización de 40 millones de dólares por haber perdido la administración de su empresa durante el régimen de Alberto Fujimori.
Aquí habría que acudir a las teorías del médico y político español Ricardo García Damborenea, quien subraya en su ya célebre “Uso de la razón” que lo más importante en una discusión es saber de qué se discute. Argumenta, en tal sentido, que “el principal mandamiento para quien pretenda participar en un intercambio de ideas (...) (es) precisar el objeto sobre el que intenta dialogar: ¿en qué consiste el desacuerdo? ¿Dónde radica el meollo de la discrepancia? ¿Qué me niegan? ¿Qué pretendo concretamente rechazar?”.
Para García Damborenea la cuestión puede ser delimitada si es que logramos responder positivamente las siguientes interrogantes:
Primero, si una cosa existe o no, por ejemplo, si un hecho se ha producido o no. Segundo, en qué consiste, esto es, qué nombre le corresponde. Y, tercero, si nos parece bien o mal.
En el caso de la denuncia citada, un hecho sucedió. Así, se habla de una irregular compra de patrulleros. Segundo, se relata cómo sucedió. Sin embargo, la investigación contra Mazzetti estaba sustentada en probabilidades, que al no ser debidamente explicadas creó en el imaginario popular la idea de que la ex ministra estaba comprometida con la corrupción.
Finalmente cabría preguntarnos si esta es la adecuada forma de ejercer el periodismo de opinión.
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